Tal vez lo más extraordinario de la amable guardiana de almas conocida como Onix, sea su humanidad                          
         siendo ella una diosa. No descendió directamente de Hades, ni de un Dios, ni fue invocada o creada como ser de salvación supremo en tiempos de crisis. Era solo una pequeña parte de la de la gran oscuridad que existe en el inframundo, toda su existencia estaba fundida en un sueño eterno con la soledad y la desolación, la agonía y la desesperación que existía en el inframundo, allí pasaba sus días y sus noches soñando con ser algo más en el mundo.
 
En su séptimo invierno su destino cambiaría para siempre, sucedió lo impensable, la tierra comenzó a temblar y un destello de luz se veía a lo lejos como una pequeña grieta, Onix había despertado, la grieta fue aumentando de tamaño hasta que ella logró salir del lugar que la tenía prisionera, se liberó por un golpe que Hades le había propiciado al suelo, ella se encontraba confundida, el miedo la paraliza, lo único que lograba escuchar eran los gritos desgarradores de las almas de las personas que negaban el haber muerto buscando salir de ese lugar, levantó su delicado rostro y solo pudo observar la mirada penetrante de Hades, aquella era tan temible que lo único que onix sentía era su propia agonía y su propio sufrimiento.
 
Hades dio un grito que se escuchó hasta en la tierra, la expulsó del único lugar que ella había conocido, él no iba permitir permanecer allí a una creación que nació con miedo, como si fuera una simple humana. Estaba nuevamente sola, todo lo que conocía había desaparecido en un momento ahora solo estaba vagando por el vacío. Pero cuando todo parecía perdido, vio la luz.
 Podía oír seres susurrando en las profundidades, hasta que uno de ellos fue por Onix, era más grande que ella, se cubrió para protegerse, fue entonces cuando de ella salió un veloz resplandor que envolvió a la criatura dejando solamente los huesos, de la criatura salió una rastro de luz que se dirigió a ella para luego desaparecer y un mar de recuerdos de alguna vida la invadieron (Cuando sus pequeños compañeros capturaban las almas, ella podía observar pequeños momentos de la vida del humano que salvó). Ya no estaba sola, una pequeña criatura de su propia descendencia la acompañaría; Mientras más avanzaba mayores compañeros ganaba y menor miedo sentía pero mayores enfrentamientos tenía, algunos de los seres que derrotaba no otorgaban sus recuerdos, eso le dio curiosidad, se dio cuenta que entre menores rastros de forma humana tenían, menores rastros de humanidad otorgaban. Entonces decidió hacer algo para ayudar a las almas, con los huesos que encontraba de los seres que iba purificando forjó su hoz, pintada con la misma oscuridad de la que ella había nacido, iluminada con los recuerdo de miles de almas.
 
A medida que su lucha diaria por sobrevivir se fue alargando durante años descubrió que no todos querían ser salvados, si las almas se perdían por más de un año su esperanza desaparecía y en busca del deseo de volver a encontrarla devoraban a aquellos seres que aún la mantenían, ellos ya habían perdido todo rastro de humanidad. Debía luchar para proteger a aquellos que aún poseen salvación, pero ¿quién lucharía por ella?¿Quién sería su luz?...No puedes vivir tanto en la oscuridad sin que ella no deje un rastro en ti, descubrió que ella quería una luz, una esperanza, descubrió que era parte de esos seres que destruía, deseaba salvarlos pero también salvarse y para esto debía luchar, tenía un plan: Ser la esperanza de las almas que se pierden y caen en desesperación, convirtiéndose en todas aquellas criaturas que había derrotado, quería evitar a toda costa que más seres llegaran a ese punto y que eso le pasara a ella. Onix había dejado de ser una joven asustada para convertirse en una guía en la vida y en la muerte.
 
“UNA DIOSA QUE COMPRENDE LO FRÁGIL QUE ES EL ALMA HUMANA Y LA CUIDA COMO SI FUERA ELLA MISMA”
 

~